Se puede ser más estúpido

74 terrores nocturnos

Posted in Ich by El autor on 08/09/2017

Terror. Esa sensación de miedo descontrolado, salvaje, innato, desquiciado, desproporcionado e inútil. Porque el miedo lo es. No vale para nada. No vale para conocerse a uno mismo, ni a quien te observa, ni al que te disfruta ni a quien te envidia.

El terror no sirve más que para asustarte. Porque no eres capaz siquiera de respirar con él.

Te roba el aliento, el aire, el pulso, el rollo. Joder, te lo roba y te lo corta. El terror… leerlo da susto, leerlo te lleva directo a una pesadilla o a un amor correspondido. Te lleva a una madre asustada, que no es capaz de descifrar tu amor entre tantos calcetines, camisetas y calzoncillos. Que no es capaz de entender cuánto la necesitas aún. Porque ni sabes contar, ni sabes «cuentar», ni sabes dibujar, ni sabes la puñetera guitarra tocar. Porque no estás preparado para que se marche sin más. No puedes entender un adiós de quien te trajo de vuelta al mundo real. Porque no te fías de un doctor de la privada, porque es un negocio, porque es una carnicería más. Porque ahora más que nunca necesitas un hombro sobre el que llorar.

Llorar porque salga bien, porque todo siga igual. Llorar porque haya algo de médico en ese pedestal. Porque quede algo de médico en ese talonario, en ese quirófano, en ese viernes por la mañana que debiera ser sábado, o domingo; con ella en la cama, echando en falta un buen postre, una tortilla, o un directo de «Saber y Ganar». Un «buenos días» un «cómo estás». No me cuides más, cuidate tú, y no me faltes más.

No me faltes nunca más.

 

Lo único que pido a cambio son tus impresiones