Se puede ser más estúpido

Entre el quinto y el octavo

Posted in Ich by El autor on 13/07/2011

«Hay demasiados gritos entre la quinta y la octava planta de este edificio. Demasiados perros y demasiados niños. Hay demasiada gente para este ascensor.»

La nota, escrita a máquina, podía leerse en el pequeño espejo del elevador.

Jacobo, el portero, la arrancó nada más leerla. No tenía duda alguna acerca de la autoría de la misiva. Era obra, de seguro, del anciano cascarrabias del sexto. El mismo que denunció a la vecina del tercero por colgar los tangas en el tendedero exterior. El mismo que no vaciló al llamar a la policía para avisar de que había un impostor repartiendo cartas en los buzones…

El mismo viejo que fumaba desnudo en la terraza y escupía sobre las plantas de los vecinos, y derramaba el suficiente líquido para cortocircuitar las máquinas de aire acondicionado de todo el inmueble.

El mismo que, justo antes de matarle, susurró en su oído: «Aquí el que realmente sobra es el portero».

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