Se puede ser más estúpido

Calle Antártica, 49

Posted in Ich by El autor on 13/11/2010

En el número 49 se erigía el último de los edificios victorianos que quedaban en pie en la ciudad. El que fuera el mayor y más legendario multicines-café, ahora permanecía cerrado. Sus grandes ventanales aún conservaban intactos todos sus cristales; el tejado deteriorado había convertido el último nivel en la guarida de las insolentes gaviotas y el cartel de «se vende» lucía descolorido, con el número de teléfono de referencia completamente indescifrable.

Nadie sería capaz de adquirirlo: finalmente se lo quedó la ciudad. Siempre le había pertenecido.

Las luces que siempre se veían en su interior así como los ruídos que se producían cada noche, se convirtieron en su reivindicación y desafiante amenaza. No era maldad sino supervivencia.

No era fácil ser el único edificio con vida en aquella ciudad. No en aquella ciudad.

El chico de 4’8 euros / la hora

Posted in Ich by El autor on 02/11/2010

Hoy les hablaré del chico del título. ¡Sí! porque una cerveza en el típico bar donde te sientes por encima de la media del planeta (tomando como base esa que muere cada seis segundos de hambre) no vale menos de 3 euros -algo más que 3 dólares americanos en 2010)- y por tanto, el chico tarda algo más de media hora en conseguir el suficiente «cash» para consumir una cerveza.

No quiero seguir escribiendo nada sin dedicar el párrafo anterior a alguien. Apenas hay puntos, eso mola.

La objetividad es una suma de realidades y hoy conoceremos las dos del dramático suceso que nunca sucedió: la muerte del técnico casi adolescente.

El alcalde contrata precariedad. Un chico, ataviado con un chaleco reflectante de color pistacho eléctrico coloca banderas publicitarias a lo largo y ancho de un paseo marítimo en plena madrugada y con la ayuda ¿señalatoria? de las luces de emergencia de una furgoneta.

Mientras tanto muchos políticos duermen al tiempo que el paro se dispara. Su lecho sigue estando calentito.

La gente se subleva siempre antes de su programa favorito.

El consejo de hoy es: apaguen sus audímetros (o trúquenlos).

El chico de menos de 5 euros por hora trabajada exige un mundo más barato. En llantos y suspiros.