Dieciocho marquesinas y el cumpleaños de papá
Día 57: Tras doce horas de intenso trabajo y cuatro de escritura ininterrumpida,
volvía a sentirse preso de ese zumbido. Y es que, tras casi dos meses en condiciones
de gravedad cero, ninguna de las menciones recibidas en la escuela de aeronáutica o
en la academia de cosmonautas era ahora útil a la hora de descubrir la procedencia de
ese zumbido, entre la infinidad de ruidos, pitidos, bips y crujidos de la estación
espacial. Tomó su cuaderno de notas, y tachó las últimas cuatro frases. Volvió a
pensar en su madre, en la forma en que esta le contaba historias espaciales en su
infancia y en el hecho de que el amor entre una madre y un hijo es quizás el único
que se mantiene intacto ante el tiempo y la distancia. De nuevo puso sus dedos sobre
la fibra del ventanal y pronunció tres palabras. El zumbido seguía ahí.
El día en que escribí parte de este micro-relato de 149 palabras en diez líneas, te conocí. En una parada de autobús. Ese mismo día y en ese mismo autobús, abandoné una fotografía. Tú viste cómo lo hacía. He pensado en 18 marquesinas que te recuerden ese momento y, así, encontrarte. El 31 de marzo es el cumpleaños de mi padre. Es la mejor persona del mundo. Me parezco muy poco a él en ese aspecto; aún así: ¿querés cansarte conmigo? Tampoco soy argentino pero tengo dudas acerca de si debiera acentuar «quieres» cuando es una forma interrogativa. Podría dibujarte si supiera dibujar, dejé una foto pero me llevé otra en mi recuerdo. Esto es radiografía de mil abrazos. Fue otra de las grandes ideas de Antonio Santo.
🙂